JUAN
CARLOS GÓMEZ
(1996
Un
ciego amor viene y me embriaga
para que vuelva al niño, y
ser el que era
al ver temblar, tan puras,
las estrellas
mi inocencia. Cegado por
las lágrimas
un dios sentía en mí que
me habitaba.
Francisco Brines
Vuelve
la luz a tus cansados ojos.
¿Es
acaso
la
mañana capaz de aunar los signos
que
dan por cumplida la promesa
de
aquella edad de vino y rosas?
Álvaro Valverde
un
hombre sin recuerdos es madera
que
flota sin saber
que
un día fue árbol
BAJO
UN SIGNO DE TIZA
bajo
un signo de tiza están las huellas
de
una antigua armonía
de
un tiempo que abanica los sentidos
y
los va despertando con su mano segura
signo
que es aleteo de inocencia
una
llama encendida que descubre la aurora
bajo
él está tu signo
aquel
que sin saber de
ser promesa
pasó
a ser cicatriz de vieja herida
una
tiza sencilla
que
cruje en el recuerdo
y
encierra todo un mundo de nostalgias
de juegos incansables y certezas
penachos
de la luz de la alegría
no
olvides el valor de su secreto
no
borres su figura de la pared del alma
bajo
un signo está aquel mundo
que mudaba el color cuando querías
CERTIDUMBRE
¿en
dónde te quedaste certidumbre?
caballo
de cartón
indio de plástico
¿en
qué apagado silo permanece
urdida
la inocencia?
tu
reino fue de arcilla y pan caliente
fragancia de la higuera cuando revienta en fruto
seguridad
que nace incuestionable
como
la luz inventa su juego con las sombras
al
pintar la pared del mediodía
con
cada movimiento
en
cada asombro
y
busco entre los restos esparcidos por mi marea baja
cáscaras
huecas conchas caracolas
maderas
calcinadas por el sol y el salitre
algas
secas
como
jirón de piel
todos
ellos testigos que me dictan su socorro al oído
como
el que busca un rastro de tiza en las aceras
hoy
soy lo que fui ayer mañana
ansia en la piel
deseo
de
hallar entre sus brumas la razón de una huida
un
signo que rezume agua de madrugada
con que calmar la sed que deja la resaca
ASÍ
COMO
así
como las nubes
pudieran
ser los sueños de los ángeles
sueños
ingrávidos que aletean al viento
sueños
en donde el maná se desgrana
en
racimos de gotas de inocencia
así
pequeña infancia
te
conviertes en nube
cuando
el sueño te arrulla
¡ARRIBA VIEJO TROTE!
¡arriba
viejo trote!
que
se obre en mí el milagro de tu correr ligero
sin
débitos ni cargas
ni
recompensas toscas
ahora
que el cuerpo cruje y es ciega la inocencia
venid
hasta mí pompas
burbujas
irisadas ingrávidas que tiemblan
ahora
que el alma tiene escamas de nostalgia
y
rebrotan estelas de tiempos bendecidos
por
un halo inocente
¡arriba
viejo trote!
¡arriba
arriba arriba!
que
levanten el polvo del suelo del olvido
mis
suelas desgastadas
que
mi jadeo encandile la luz de los recuerdos
desde
aquella frontera
venid
hasta mi indemnes esponjosos y tersos
como
esos farolillos que flotan en el agua con sus llamas
/temblonas
esforzados
como aves migratorias
rotundos
como pan horneado
venid
viejos destellos de los juguetes rotos
y
hablad de la excelencia con que la infancia alumbra
NO
SÉ SI HA SIDO UN RUIDO
no
sé si ha sido un ruido exterior a mi cuarto
o
esa calma serena
con
la que habla la noche directo al corazón
la
que hizo que volviera aquella la calle
agua
de manantial que corre cuesta abajo sin sentido del tiempo
mi
calle
la
ausente
aún
se encuentra ahí envuelta en sueño
casi
tangible como entonces
lodo
tibio
fortín
rastro
de tiza
escuela
maternal que sobrevive
a
ese color plomizo con que tiñe el olvido
sabor
de caramelo que perdura
en
el rincón más fiel de los sentidos
oh calle de mi vuelo no te pongas celosa no estés triste
las
otras no enturbiaron tu figura son tan sólo
caminos
cremalleras de números con nombre
tú eres tan distinta
dueña
del secreto de la risa caliente
del
sol de la amistad
del
hálito jugoso de los juegos
murmullos
tan lejanos que hoy crecen en mi boca por tu gracia
paréntesis
seguro que cobija en los días de asedio
DESDE
SU ALTURA
desde
su altura se dominaba el bosque de altivas chimeneas
y
las lomas
de
roja piel de teja
al fondo el Guadarrama
es
un lienzo lejano enmarcado en el aire
aliento
último
que
lanza verdes guiños a un niño de ciudad
cae
a plomo el silencio en el sol del verano
y
allí arriba
convertido
en halcón que desde el risco
otea
las quebradas
atento
al movimiento a ras de suelo
empapaba las horas de locas fantasías
«no
dudes en llamarme si no vuelvo
pequeño
mundo erguido
le dije al despedirme
pues tú has sido la puerta trasera que encaminó la huida
en
la hora callada de la siesta»
puesta
a punto del ser que atento mira
CUANDO
cuando
la casa es lumbre
castillo
buque
insignia
maquina
de coser de fiel galope
y
suena en la memoria como un código morse
que
desvela un secreto
campo
de football o campo de batalla
bastión
inexpugnable
fresco
remanso
refugio
y
en ella la humedad
como
un humilde canto sobre el largo pasillo
es
una mueca gris
un
desconchón perfectamente
se
puede convertir en ese mapa
locuaz
e imaginario de algún país lejano
que
inmenso y expectante
se coloca simplemente a tu alcance
BAJO
ESA LUZ TOPACIO
bajo
esa luz topacio que despliega la infancia
se
recortan enormes las figuras
los
hechos se deforman
los
sabores estallan en haces imposibles
igual
que hacen los fuegos
esas
noches de fiesta y de verano
las
épocas del año
muestran
su corazón cubierto de guirnaldas
y
guían tu camino de aventura a través de su piel
todo
guarda un valor sobrestimado y es curioso
que
al hacer abstracción de aquellos años
en
que el tiempo es inmóvil
al volver a mirar la escena oscurecida de sus días
persisten
sus asombros
enormes
las personas y los cuartos
y
es por eso
que
al entornar los ojos y el brasero
se
me antoja encendido
y
afuera el frío asciende y es pálido y ofrece
sones
de pandereta y de zambomba
figuritas
andantes con corderos al hombro
casitas
de cartón en lejanía
y
gallinas picando un campo de serrín y musgo verde
mi madre está en su cenit
coronada
de estrellas que revientan un cielo azul marino
inventando
montañas con cortezas de corcho
mojándose
los dedos en un río plateado cuando moldea el mundo
al
recrear la historia que dibujó un cometa con su rápida órbita
historia
de amor vivo con un fondo sabroso
mazapán y guirlache
MADERA
Y CLAVOS
madera
y clavos
martillo
madera y clavos
luz
que invita intermitente
a
volver a bajar escalones angostos
madera
y clavos
martillo
madera y clavos
su
bajada era breve
oculta
como un límite
hacia
un mundo sutil de sensaciones
el
alma serena del serrín y el sol de la viruta
la herramienta fraterna y el lenguaje
de
las tablas de pino
madera
y clavos
martillo
madera y clavos
bajo
los pies descalzos deslizo todavía
el
áspero crujir de la viruta
como
lajas que el tiempo me descubre
madera
y clavos
martillo
madera y clavos
su
lento deslizar con el cepillo
el
unte de la cola
aquella
precisión con que sus manos
sabían
encontrar
la
verdadera forma
TODO
CONVENCIONAL
incluso
en el cemento a veces se vislumbra un poso de ternura
la
huella perceptible de algún sentir lejano
bordado
de una tiza sobre su piel rugosa
sobre
sus duros labios
un
corazón sangrante cruzado por un dardo
dos
nombres
tan comunes
que
podrían ser nuestros
debajo
hay el testigo de una fecha
todo
convencional sobre las grietas grises
tan
terco y familiar
que
podría pasar inadvertido
EL
FRUTO DE LOS HOMBRES
aquel
viejo trayecto hasta la charca
descubría
la hermandad con la piedra
el
despertar del musgo
la
revolución de la zarza
el
grito del tomillo
corría
las piernas arañadas camino de la cumbre
hacia
el verde silencio en donde el aire
se
descubría claro igual que lo era el agua
desde
allí
desde
el cobijo azul de su baluarte
con
el frescor del baño de agua virgen
enumeraba
el pueblo igual que un dios pagano
a
lomos de su nube de poder y silencio
la
torre de la iglesia
las
calles tortuosas
sus
cuadras que imprimían solidez a las casas
la
fuente de los caños
como
un punto de encuentro rumoroso y cercano
la plaza porticada el reloj la bandera
y
a lo lejos sobre la raya ocre que pinta el horizonte
la
faz cuadriculada de los huertos
seco
y amarillento el redondel de la trilla
es
un sol macerado al trote de las bestias
la
ropa que se estira al aire del blanqueo
y el poder del hogar que asciende con el humo
es el fruto azulado que hoy precipita un sueño
SI
MI NOMBRE ES UN HUECO
sus
nombres se adormecen sobre el musgo
con
que atempera el tiempo
aquellos
nombres vivos que ocupaban espacios
pintaban
horizontes
inventaban
proyectos
se
han ido acuclillando
aquellos
poseedores igual que luminarias de la palabra vida
saltaban
mi retina
despertaban
mi oído
estallaban
mi boca
como
una letanía de esperanza
los
que fueron señal y contraseña de mi mundo de tiza
camaradas
de los descubrimientos
como
yo buhoneros de
cuentas de colores
se han ido diluyendo
allá lejanos
sus
sílabas formaron
un eco demolido que se vuelve más débil
que
emborrona
sus
facciones nubosas...
“El tiempo vuelve torpe algunas veces
a aquellos que lo surcan”
volved
de entre las olas en que os abandoné
traedme
vuestras caras
contadme
vuestra historia lejos del territorio de la infancia
reverdeced
el nombre que quedó amortajado
suspenso en nebulosas
volved
como mensajes metidos en botellas
a
la playa dolosa del presente
invocad
los recuerdos como cuerpos celestes
que
descubran alegres el lugar de la aurora donde nacen los pasos
donde
crecen las ansias
venid
sin la mortaja que os apresó en la espera
de
las oscuras tardes de silencios espesos
venid
venid decidme
si
mi nombre es un hueco también para vosotros
QUE
TODO CUANTO SOY ES PORQUE HUBO
ahora
que vuelvo
para
incubar el ansia en lo perdido
he
de cerrar los ojos
para
ver ese tiempo de cortos pantalones
con
el que acaricié aromas olvidados
parado
ante su luz
recuerdo
que
un día amanecí cegado en la aventura
en
la que nace el hombre
y ahora que lo soy
y
que he vivido
cada
día un mañana curiosamente enredo
en
la vieja mochila del niño que te salva
desando
los pasillos anegados
de
tiempo detenido en una luz
difusa
y débil
y
al perforar las puertas que mudas permanecen
desgarro
sus precintos
descerrajo
sus cierres
que
el olvido incrustó en su seca madera y me doy cuenta
que
todo cuanto soy es porque hubo
palabras
adecuadas y paisajes
en
los que desgasté mis sólidos zapatos
barro
con que amasé mi trozo de futuro
personas
que se hicieron espejos con los años
VIAJERO
DEL TIEMPO
el
tiempo es un fogón con olor a centeno y crepitar de astillas
una
plaza con bancos soleados
o
esa calle
que
late en el ascenso al minucioso
paraíso
del quiosco
colores
que se quedan para siempre
teñidos
en el alma
impregnando
un destello en la sorpresa
del
momento fugaz que los despierta
y
que reavivan
un
tacto una textura
o
el frescor que provoca
la
vuelta melodiosa de una frase olvidada
de un sonido lejano
he
venido hasta él
invocando
aquel trazo de mi mundo de tiza
-látigo de blancura que desgarra
con
roja cicatriz a la nostalgia-
Viajero
del tiempo en viaje a un ayer que se remonta
al
puerto de la mesa y del brasero que resumía el mundo
a
los días de pan con aceite azucarado
a
las viejas historias que rebullen
en
el centro del alma de la lumbre
acunadas
en los brazos del tazón y la leche
en
brazos de la lenta cadencia de su tiempo
CIERTOS
LUGARES
no
te descubro nada si te digo
que
hay sitios que conservas
debajo
de la piel ciertos lugares
con
esa resonancia que vibra en la memoria
son
un viejo caldero de zinc que acoge tus goteras
son
fulgores de asfalto
que
vuelven al conjuro de los ojos cerrados
cuando
deseas su beso sobre tu piel curtida
o
aspirar la sentencia del aroma mojado
que
se quedó en su mundo esperando tu vuelta
son
amigos de polvo
que
se vuelven de piedra cuando los necesitas
son
armarios vacíos
que
solamente esperan como vieja nodriza
a
que traigas tu ropa
para
hacer más tangible la niebla de su sueño
LA
PLAZA DE SAN...
mira
como despacio
el
sol se funde
mira
la
sombra de los tilos
abrazando
los bancos donde el tiempo bosteza
tantas
veces me fui y tantas vuelvo
como
gotas de lluvia que golpean la acera
por
eso ella me aguarda con sus viejas raíces
es
un apeadero que a casa me devuelve
con
las risas jugosas de los niños
y
los sueños postreros donde habitan los viejos
es
la plaza indolente de la ciudad sin nombre
perdida
en el rumor del agua de su fuente
anclada
en los parterres de flores amarillas
que
la abona la nostalgia
suspensa
en los alados brazos de los kioscos
la
ciudad tiene en ella
ese
poso dorado de infinita paciencia
donde
mirar despacio el tiempo que se pierde
donde
ovillar las horas
con
aroma a café a vermouth a vainilla
todos
tenemos una clavada en el costado
como
si de un corazón de piedra se tratase
yo
aquí te la revivo
tú
puedes
ponerla el nombre
LA
CASA DEL INDIANO
diríase
que la suerte
fue
como el mal ladrón que sale huyendo
dejando
su botín tras el escape
pues
la dejó desnuda ante el expolio
que
de su bella estampa hizo el olvido
y
es ese olvido cruel el que nos habla
por
sus cristales rotos
o
a través de la efigie de su altivez marchita
por
un burdo tapiz de mala hierba
la
casa del indiano que en su día
fue
hija de la suerte
siempre
a medio camino entre la bruma
y
las aguas turquesas del pacífico
nos
enseña desnuda
el
mapa cardinal de su nostalgia
como
una novia ajada en abandono
sobre
un lecho nupcial de telarañas
de
un tiempo que se fue y nos provoca
a
mirarla con ojos agoreros
intentando
escarbar bajo sus tripas
como
okupas que buscan indecentes
la incruenta violación de sus secretos
EL
MUSEO DE ARMAS
la
luz de la mañana suspendía
banderas
y estandartes conquistados
con
la resignación que imprime la tristeza
acallando
su orgullo con sombra en los blasones
crujían
los pasillos
de
aquel viejo armazón entarimado
dirigiendo
mi asombro a la sala de armas
parecía
el quejido con el que el tiempo llora
cuando
se ve signado
por
letreros pomposos con fechas y con nombres
adherido
en el filo mellado de un alfanje
oculto
en el abrigo que brinda una armadura
donde
aún predominan el crujir de los huesos
y
el chocar de los sables
todo
cuanto veía no le hablaba de muerte a mi niño extasiado
no
encontraba al dolor
ese
que alza la gloria a sus hijos benditos
me
sumía en el sueño de las gestas heroicas
y
avivando las armas
empuñaba
de nuevo el escudo bruñido que persigue victorias
Esta
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de Bajo un signo de tiza
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el miércoles de ceniza, día veintisiete de febre-
ro del año dos mil uno.